El museo como actitud: gestos simples muestran en el Bellas Artes su potencia conceptual

“Alfombra”, dice la palabra escrita sobre el piso, rodeada de otras que dicen “flecos”. Un rápido vistazo por la sala pintada de blanco permite descubrir otras como “silla”, “mesita”, “sofá”, “biblioteca”, “puerta”, “ventana” o “empapelado”, en un par de paredes donde “flor” aparece multiplicada.

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Living comedor se titula esta instalación de Luis Camnitzer, exhibida por primera vez en Buenos Aires como parte de la muestra que el artista uruguayo comparte con Liliana Porter en el Museo Nacional de Bellas Artes. Abarca los años compartidos con su ex mujer en el New York Graphic Workshop, creado por ellos y el venezolano José Guillermo Castillo a fines de 1964.

Ese año, mientras discutía con Luis Felipe Noé en un departamento que compartían en Manhattan, Camnitzer descubrió lo que llamó “la clave”. “Hablábamos mucho de teoría y él se burlaba de mí, de que no era nada más que un grabador, de que el grabado era un arte menor y qué se yo –dijo en una entrevista con Hans-Michael Herzog, en 2009, incluida en un libro que le dedicó la colección Daros-. Y en esas discusiones de golpe me di cuenta de que yo estaba definiéndome a través de una técnica y no a través de un concepto. En ese momento le di vuelta a la cosa: soy un artista que hace grabado, no un grabador que hace arte”.

Esa revelación quedó plasmada en el manifiesto del New York Graphic Workshop, también exhibido en el Bellas Artes: “Creemos que llegó la hora de que tomemos la responsabilidad de revelar nuestras propias imágenes como grabadores –dice el párrafo final-, condicionados, pero no destruidos por nuestras técnicas”.

Esas imágenes llegaron a tomar forma de objetos e instalaciones, o a enviarse por correo a modo de “exposición”. El citado Living comedor nació como una plancha de cartón cuyas solapas podían desplegarse hacia arriba, unirse en sus vértices con hilos y crear así un espacio. La prueba que el artista realizó en 1968 antes de editar cien copias pertenece a la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York. “Este temprano ejemplo de arte textual –señala el sitio web del MoMA- refleja el descubrimiento de Camnitzer de que ‘la descripción escrita de una situación visual era tan efectiva como una imagen’”.

Tanto fue así que, cuando la obra se desplegó al año siguiente en una sala del Museo de Bellas Artes de Caracas, los visitantes caminaban por encima de la palabra “alfombra” pero rodeaban la “mesa”. “El artista creó un trabajo que no sólo habilita la imaginación del observador a través de la designación lingüística –observa Herzog-, sino que también puede influenciar su conducta y producir un entramado de relaciones espaciales”.

Ese juego conceptual provoca una sensación inquietante en la instalación Masacre de Puerto Montt, creada en Chile en 1969, que describe la trayectoria de las balas de los carabineros que mataron a un grupo de campesinos en la llamada “Matanza de Pampa Irigoin”. “En la actualidad es considerada como una de las piezas clave del conceptualismo latinoamericano”, dice Silvia Dolinko, curadora de esta muestra realizada en colaboración con el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) de Chile, donde se exhibió la versión original sin la participación de Castillo. Porter intervino allí varias esculturas con papeles impresos arrugados, gesto que se repite ahora en otras de grandes maestros como Auguste Rodin.

Para la edición argentina de la muestra, se suman dos núcleos: uno que desarrolla con mayor profundidad la participación de ambos artistas en la exposición “Experiencias 69”, en el Instituto Torcuato Di Tella de Buenos Aires ese mismo año, y otro que reúne estampas producidas por colegas como Noé, Marta Minujín, Jorge de la Vega, Marcelo Bonevardi y Margarita Galetar (madre de Porter), entre otras piezas gráficas que documentan “el espíritu experimental surgido en este espacio”. Además, el Bellas Artes reproduce a su manera sobre la fachada la frase “El museo es una actitud”, cita de Camnitzer que invita a cuestionar el rol de estas instituciones en el siglo XXI.

“Pensábamos que el grabado estaba demasiado vinculado a los aspectos técnicos del oficio, y queríamos cuestionar eso. Yo, personalmente, empecé a trabajar con conceptos nuevos: hice mi primera ambientación gráfica, una obra efímera impresa en offset”, recuerda Porter citada por Shifra Goldman en el catálogo que acompañó la muestra de la artista en el Centro Cultural Recoleta, entre 2003 y 2004. El libro fue coeditado con el Malba, que le dedicará este año una retrospectiva curada por Agustín Pérez Rubio. Y la ambientación a la que se refiere, exhibida en 1969 en el Museo Nacional de Bellas Artes de Caracas, puede verse ahora recreada en el Bellas Artes.

El foco de la exposición actual está puesto en ese y otros trabajos germinales como Arruga (1968), puntapié inicial de una metáfora recurrente en su carrera. Se trata de una edición de diez fotograbados que reproducen el proceso de una hoja de papel arrugándose hasta convertirse en un bollo, que evoca entre otras cosas el paso del tiempo. Incluye también la recreación de Sombras sin gente (1969), exhibida por primera vez en el Instituto Torcuato Di Tella, en la cual las sombras de los espectadores ausentes se confunden con las de los reales.

“Aunque esas presentaciones tuvieron lugar en algunas de las principales instituciones latinoamericanas, su repercusión en el momento fue muy acotada, y, con el tiempo, quedaron fuera de la narrativa canónica sobre el arte del siglo XX. Hoy, en cambio, esas producciones son consideradas piezas fundamentales de sus trayectorias y del arte contemporáneo”, observa Dolinko. Y agrega Andrés Duprat, director del MNBA: “Frente a sus instalaciones y ambientaciones priman la impresión contundente, la sorpresa ante un gesto simple y polisémico a la vez, la admiración ante esa forma de agudeza intelectual que logra conmover”.

Para agendar:

Porter-Camnitzer. Los años del New York Graphic Workshop en el Museo Nacional de Bellas Artes (Av. del Libertador 1473), hasta el 31 de agosto. Martes a viernes de 11 a 19.30, y sábados y domingos, de 10 a 19.30. Entrada gratis.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/el-museo-como-actitud-gestos-simples-muestran-en-el-bellas-artes-su-potencia-conceptual-nid02052025/

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